En nuestra sociedad, a menudo nos vemos presionados a encajar en ciertos moldes preestablecidos. Sin embargo, en esta serie fotográfica, he buscado capturar la esencia de la belleza y la rebeldía inconformista que existe en nosotros. A través de colores blancos y ocres, he creado un ambiente en el estudio que refleja la pureza y la calidez de ser auténticos, sin máscaras ni pretensiones.
El uso del color blanco y ocre como fondo en estas fotografías tiene un propósito específico. El blanco simboliza la pureza y la inocencia, mientras que los tonos ocres evocan una sensación de calidez y tierra. Esta combinación crea un contraste interesante con las personalidades audaces y rebeldes de la persona.