Unidas por el destino

Rosa y Bego se conocieron a los 18 años, cuando ambas comenzaron a jugar en el mismo equipo de fútbol sala. Sin embargo, sus destinos ya estaban entrelazados mucho antes, pues el instituto de Rosa estaba justo frente al de Bego. A pesar de haberse visto en competiciones anteriores, fue en la pista donde su amistad comenzó a florecer.

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